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¿Por fin le has dado nombre a esas actuaciones raras?

¿Ya tienes el diagnostico clínico para el trastorno mental de esa persona a la que quieres?

¿Y ahora qué?

Te cuento los 3 pasos que no te pueden faltar para enfrentarte a esta nueva etapa sin sentirte como pollo sin cabeza.

¿Qué descubrirás hoy aquí?

  1. Por qué hay un antes y un después frente al diagnostico y cómo aprovecharlo.
  2. Dónde encontrar el apoyo que necesitas para no sentirte incomprendido.
  3. Cómo convertirte en su principal apoyo sin consumir tu energía y estar bajo mínimos.

El que ayuda, no es traidor.

Fueron muchos los momentos incómodos. Los ratos desagradables en los que esa persona se comportaba como nunca, haciendo lo de siempre.

Habéis pasado por muchas broncas entre gritos y acusaciones lanzadas a cuchillo.

Esa persona poco a poco se fue quedando sola por decir y hacer todas esas cosas extrañas e inesperadas.

Nadie sabía lo que le pasaba, aunque todos pensaban que algo le pasaba.

Mientras tanto, más se alejaban y la dejaban a su suerte.

Loca o no. Esa persona necesitaba ayuda y nadie quería verlo.

Su cambio era evidente y muy chocante. Aún así, y como físicamente “no tenía nada”, todo el mundo le criticaba y menospreciaba.

Esa es la realidad que tiene que soportar la persona que padece una patología mental que le arrebata la personalidad y domina todas y cada una de sus conductas.

Que si se gasta los ahorros familiares en compras absurdas y regalos a desconocidos.

Que si de repente se va con cualquiera y desaparece 2 días sin dar señales de vida.

Que si se viste de forma estrafalaria y súper llamativa de la noche a la mañana y habla hasta con los árboles.

Que si se pelea con el pescadero del supermercado por no quitarle las espinas al salmón como siempre.

Que si descuida a sus hijos cuando SIEMPRE fue un padre ejemplar…

Son tantas las cosas “raras” que hace una persona que está bajo los efectos de un desequilibrio mental, que parece alarmante cómo su familia y amigos le dan la espalda por no entender lo que le pasa.

Simplemente por eso. Por no entender lo que le pasa. Ni tampoco preocuparse por averiguarlo.

Eso es por lo que al final acaba con la relación o por lo que se resquebraja para siempre cualquier amistad.

¡Ah! Y también porque al estar pasando por un desequilibrio brutal, sus amigos y familiares están hasta el gorro de dedicarle tiempo y sacrificar su tiempo libre para intentar controlar o evitar todas esas «locuras».

Es algo difícil de asimilar, y más cuando parece un comportamiento inexplicable y rebelde.

Por suerte, siempre hay alguien que pasa a la acción y no se queda como mero espectador del espectáculo desde la grada del estigma y el rechazo.

La persona que, aunque no comprenda por qué esa otra hace lo que hace, sabe que en el fondo, no lo hace desde su propia voluntad y decisión.

La persona que conoce muy bien la forma de actuar real de esa otra y que llega a la conclusión de que necesita ayuda.

Desde aquí, gracias a todas esas personas que muy lejos de abandonar al enfermo mental, busca la manera de sacarle de ese laberinto de síntomas que le provocan la desconexión de su verdadero yo.

Sí, a todas vosotras, que también habéis estado a punto de tirar la toalla mil veces y mandarle a freír espárragos, pero seguís ahí.

Habéis sacrificado un trocito de vuestra salud y bienestar buscando la manera de cuidar y sacar del barro a una persona que lo necesita, pero no sabe cómo pedíroslo. Porque ni sabe (aún) que tiene un problema.

¡Ole por vosotras! ¡Ole por ti!

Pero ahora toca cerrar heridas y recuperarte de todos esos momentos que te han marcado, pero a la vez te han hecho mucho más resistente y grande por dentro.

Ahora es momento de sentarte, leer esto y pararte unos minutillos para conocer la nueva etapa de bienestar que tienes por delante.

¿Ya tienes el diagnostico?

¡Entonces ya tienes el POR QUÉ de todo aquello!

Ahora descubre cómo sacarle el máximo partido a este momentazo que parecía que nunca llegaría.

¡Saluda a tu nueva vida!

Tanto si te has dado cuenta como si no, cuando el o la psiquiatra da el diagnostico, tu liberación comienza.

Es el momento para recuperarse de tanta distorsión mental. Del excesivo enjuiciamiento y del constante “¿¡pero qué coño le pasa!?”.

Ahora todo tiene una explicación y un sentido más que evidente.

Con nombre y apellidos.

Trastorno afectivo bipolar. Esquizofrenia. Trastorno esquizo-afectivo de tipo mixto…

Sea lo que sea.

Ahora viene lo bueno.

Paso 1: Encuentra al psiquiatra perfecto

Creo que no es necesario decirte que toda enfermedad mental necesita medicación.

Sí o sí.

Te guste más o te guste menos tirar de drogas legales.

Y te lo dice una que no toca un ibuprofeno ni con un palo (la verdad sea dicha)

¡Por cierto! Por si también eres de los míos y prefieres los remedios naturales.

Quizá te interese este post sobre la mejor forma de dormir plácidamente sin tirar de droguitas. 😉

Volviendo al tema.

Teniendo en cuanta que ya eres consciente de que Los psicofármacos (…) contribuyen al proceso de rehabilitación psicosocial, ayudando a los individuos a convivir en sociedad, con sus familiares y amigos

Pasamos a lo importante.

¿Cualquier psiquiatra es bueno para llevar el seguimiento farmacológico de tu familiar?

No.

¿Y cómo te das cuenta de que el psiquiatra que tiene no es el perfecto?

Hay muchos indicios para llegar a la conclusión de que hay que buscar a otro.

Para saberlo y poder encontrar al profesional que de verdad haga la diferencia en la evolución de su enfermedad, deberás hacer un pequeño “esfuerzo”.

¿Cuál?

Acompañar a tu familiar a la consulta y estar presente durante la sesión.

“Pero María, es que tengo que trabajar”

Si empezamos con excusas, mejor deja de leer.

Hay que “pringarse” un poco para conseguir cambios. Si no estás dispuesto o dispuesta, este post no te ayudará en absoluto.

A lo que vamos. Teniendo en cuenta que la sesión dura unos 30 minutos. Y que es 1 sesión cada 2 o 3 meses (si hay suerte).

El tiempo no será un problema.

Retomamos.

Una vez en el centro médico y para empezar con buen pie.

Aprovecha los 5 primeros minutillos de la cita para pedirle permiso al psiquiatra para que te permita estar presente durante al menos la mitad de la sesión.

Si estás durante toda sesión, mejor que mejor. Pero comprende que también quieran su momento a solas.

No te olvides de pedírselo también a tu familiar.

A veces convencerle de que es lo mejor, será un tanto complicado. Es posible que quiera su intimidad para contar algo que no quiere compartir contigo. O puede que incluso aproveche para conseguir el cambio de medicación que cree necesitar sin que tú digas ni mu.

Esto pasará si aún no sois un equipo. Si todavía no estáis en el punto de comunicación y unión hecha fuerza.

No te preocupes, todo es cuestión de tiempo.

¿Y qué hago yo en consulta para ayudarle?

Estar. Escuchar. Y callar.

Nada más y nada menos.

Si quieres hacerte un sitio en esa consulta y que tu familiar te prefiera dentro y no fuera.

Conviértete en otra silla más de la sala (en sentido figurado, ya sabes 😜)

Bueno, no hace falta ser otro mueble más. Cuando el psiquiatra te pregunte algo, puedes intervenir. Permiso concedido 😂

Ya te aviso de que tu familiar dirá cosas con las que no estarás nada de acuerdo. Incluso te darás cuenta de que alguna que otra mentira sale de su boca.

No intentes convertirte en juez de su verdad o quitarle la razón. No estás ahí para eso.

Eso da igual.

Tu función ahí no es otra que acompañarle, conocer a ese psiquiatra que lleva su tratamiento. Y saber cómo habla, transmite confianza y escucha a tu ser querido.

“Ok. Ya voy a cada sesión María ¿y ahora cómo sé si este psiquiatra es el mejor?”

Pregunta a tu familiar cómo se siente.

Qué le parece su psiquiatra. Lo que le gusta más. Lo que le gusta menos.

Averigua cómo sale después de cada sesión. Y observa cómo se comunican entre ellos.

Te darás cuenta rápidamente del nivel de implicación del profesional. Y sobre todo, del valor humano que aporta (o no) a esa persona que trata.

Sabrás si tu familiar es solo un número más dentro de la lista diaria de pacientes o por el contrario es una persona a la que se le escucha (de verdad) y se le aporta unos minutos de atención plena y escucha activa.

Esto marcará la diferencia en su seguimiento y tratamiento. Y por supuesto es su evolución.

Conoce lo básico de su medicación.

Esto es fácil. Pregunta al psiquiatra cómo funciona la medicación que toma tu familiar y por qué la importancia de cada uno de ellos.

No necesitas convertirte en la Wikipedia de los antidepresivos, antipsicóticos, estabilizadores…

Solo saber cómo afectan estos en el estado de ánimo de tu ser querido para saber manejarte con ellos en caso de que sea necesario.

El profesional psiquiatra, no tendrá ningún problema en responder a todas tus dudas. No te cortes, está para eso.

Como principal cuidador o cuidadora que eres ¿quién mejor que tú para saber por qué toma esto o lo otro y cómo le afecta la falta o exceso de este o aquel fármaco?

Pues eso. Pregunta y pídele que te responda en “cristiano” y no con tecnicismos raros que no dominas.

Si así lo hace, vamos bien.

Comprueba que los cambios de medicación no son (siempre) a demanda.

Una vez conoces los medicamentos, verás que habrá momentos en los que quiera tomar más de unos que de otros. O quiera dejarlos por completo.

Los motivos son varios. Siempre tendrá uno. Al menos hasta que no llegue la deseada eutimia.

Pero ten claro que su objetivo es cambiar su estado de ánimo tirando de medicinas. No cambiando hábitos o trabajando su salud emocional apoyándose en actividades, grupos de apoyo o hobbies enriquecedores.

Solo medicamentos que le aporten el “bienestar” a la de ya.

Cuando se siente mal y quiere un cambio rápido, seguramente intente conseguir el visto bueno del psiquiatra para cambiar el tratamiento a su antojo.

Ahí estarás tú.

¿Para qué? Para observar (otra vez)

¿Observar el qué? Si el psiquiatra le cambia el tratamiento al gusto y antojo de tu familiar sin intentar averiguar si es lo que le conviene o no.

Si así lo hace. Digamos que es un profesional que no se toma muy en serio la enfermedad.

No hace falta decir mucho más.

Paso nº2. Encuentra al mejor terapeuta.

Está claro. Cualquier persona necesita terapia en un momento dado de su vida.

Esta es mi humilde opinión, claro.

Pues bien.

Si todos necesitamos de apoyo terapéutico para superar traumas, sobrellevar situaciones difíciles y mantener una estabilidad emocional sana.

No hace falta que diga lo importante que es este mismo apoyo para las personas que padecen un trastorno mental grave.

Acomodarse y depender únicamente del tratamiento psiquiátrico no es la mejor opción.

Ayúdale a encontrar al psicólogo ideal para él. Para ella.

Y si el dinero es un problema para conseguir esto.

Siempre tienes a mano decenas de organismos que estarán encantados de echarte una mano para conseguir un terapeuta más asequible.

Por aquí tienes la lista completa de todas las asociaciones en España.

¡Ah! Y no te olvides de buscar también tu apoyo emocional.

Da igual si tiras de un psicólogo, un coach, o si prefieres hablar con una servidora para saber cómo enfrentarte a este duro reto sin hundirte entre la incomprensión y la soledad.

No te relajes cuando todo parezca tranquilo. En este punto ya sabrás lo difícil que es vivir junto a un trastorno mentel y lo importante que es prepararse para lo que venga.

Seguro que no quieres pasar por todo aquello otra vez…

Para ello, no te olvides de ti. De tu propia salud mental.

Lee esto si quieres saber por dónde empezar.

Paso 3. Equivócate y aprende.

Como en la vida misma.

La cagarás intentando hacer lo mejor para tu familiar. Para verle bien. Para que esté estable.

Pero es que cualquiera se equivoca aún creyendo que hace lo mejor.

Esta carrera de fondo será pesada. Agotadora. Pero más cuesta arriba se te hará, si crees que lo harás bien desde el principio.

Si crees que tus ideas son siempre las mejores incluso cuando no han tenido buen resultado.

Autocrítica, humildad y a volver a empezar.

La enfermedad mental no se cura a base de orgullo o culpa.

Prueba, inténtalo, equivócate, quédate con lo que te sirva y desecha lo que no te ayude.

Así se sabe cómo avanzar y no quedarse siempre en el mismo punto.

Recaída tras recaída. Brote tras brote. Agonía tras agonía…

La persona cuidadora siempre será la más damnificada, si no lee artículos como este.

O recibe ayuda como esta.

¡Antes de despedirme te cuento un pasito extra que tendrás que dar cada día sin falta!

RECUERDA EL DIAGNOSTICO.

Sí, cada día. A cada momento. Después de cada pelea. De cada llamada de teléfono. Tras cada exigencia o recriminación.

Si tienes SIEMPRE presente que esa persona padece una enfermedad mental, todo lo demás será muuuuucho más fácil

Te lo aseguro 😏👌

Por María Tovar

En lugar de seguir absorbida por la enfermedad mental de mi madre y seguir frustrándome por no saber cómo ayudarla ni cómo evitar sus episodios de manía y depresión.

En 2016 decidí pararle los pies al trastorno bipolar.

Aprendí a disfrutar de mi tiempo, mis sueños y mis viajes sin descuidar la estabilidad de mi madre ni por un segundo.

Gracias a años de lectura sobre el funcionamiento del cerebro, inteligencia emocional y mentalidad, conseguí encontrar el equilibrio perfecto para no amargarme la vida por culpa de la bipolaridad.

Hasta hoy hemos evitado a tiempo 3 crisis maníacas y 2 depresivas. Y espero que sigan aumentando porque cada posible recaída me enseña cómo evitarlas con más calma y sin miedo paralizante.

Ahora todos estos aprendizajes los comparto en el proyecto Bailando con Polos.

En él ayudo a otros familiares, de cualquier parte del mundo, a convivir con el trastorno bipolar sin que este controle su tiempo, destruya su salud y acabe con su paciencia y ganas de hacer planes.

¿Quieres ser libre frente al trastorno bipolar y asegurarte de que no controlará más tu vida?

🎁🎁 Disfruta de este video de 20 minutitos para saber cómo evitar la próxima recaída de tu familiar bipolar sin desesperar. 👀👀

Y despídete de una vez del agobio y la impotencia de luchar contra una enfermedad mental que no te deja ser feliz.

O si lo prefieres hablamos cara a cara (incluso con pantalla de por medio) y te cuento cómo conseguirlo.
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