Post de invitado. Autora A.Z.
Abre la puerta a la desesperación, que ya estoy llegando.
Nunca sabes en qué momento ocurrirá, ni tienes idea de cuánto dolerá esta vez.
Cuando sientes un dolor intenso en cualquier parte del cuerpo puedes identificarlo, puedes rabiar de dolor y la mayoría entenderá esa rabieta, esa frustración y esa inestabilidad por no poder remediarlo.
Pero cuando el dolor se siente en el corazón la cosa cambia.
No estamos lo suficiente preparados, ni nos han enseñado que hay dolores internos y que provocan enfermedades muy fuertes que a su vez derivan en trastornos, ya sea de personalidad, ya sean depresivos, ya sea de la clase que sea.
Cuando afecta al sistema nervioso, a nuestros sentimientos, a nuestra mente es difícil entenderlo, aunque día tras días intento identificarlo más.
Una de las personas a las que más quiero en esta vida, está pasando por crisis muy fuertes.
Identifico el cambio de gestos, los ojos dilatados, el cuerpo moviéndose de forma ligera por el espacio… incluso el tono de voz se sube a decibelios que me provocan dolor de cabeza, pero sin duda lo que más duele es mi interior.
No hay forma , ni palabra que pueda calmar ,y tampoco lo hace un gesto de cariño, un abrazo o un beso. Esta no es la persona que yo conozco, me digo, intento que no me afecte, me vuelvo a decir… Pero no es fácil.
Empiezan las cascadas de dolor que acaban hiriéndote a ti. Porque esto, porque lo otro y porque lo de más allá.
Todos tus esfuerzos diarios por tratar que esa persona esté bien y cuidada caen en picado, y te sientes absolutamente culpable de lo que está pasando.
Porque toda esa rabia va dirigida a ti en ese momento, aunque sepas que es parte de su enfermedad mental. Pero es como si te pegaran una paliza y te dieran en donde más te duele y te intentas levantar golpe tras golpe.
Al final te sientes un saco de boxeo, y tus ganas de seguir a veces se duermen y simplemente estás en cuerpo , pero tú no eres tú ya, eres un saco de ansiedad con miedo de acabar igual día tras día, con miedo de que esa persona se canse de sí misma.
El lobo que vive dentro de ese cuerpo que tanto amo, está siempre viendo la oportunidad de salir, me mira desafiante y la destroza y me destroza.
Por suerte siempre hay una luz, algunas herramientas que ayudan a que el sentimiento de culpa que abraza a estos dos cuerpos de manera constante comience a mermarse, a descubrir que para cuidar a alguien tienes que cuidarte tú primero o el lobo hambriento nos comerá y desapareceremos y solo quedará un cachito de lo que fuimos.
Un nudo bien apretado puede costar desatarlo , puede clavarse en la garganta y no dejarte hablar ni respirar.
Paso a paso, cada día, con la escucha, la paciencia y personas maravillosas que están dispuestas a compartir experiencias, a escucharte, puede hacerse cada vez más flojito y estoy segura que algún día dejará de ahogarnos.
Se abren puertas y ventanas siempre, aunque parezca que estás entre barrotes.
Por A.Z.
Cuidadora única de persona con trastorno mental grave