Está claro.
La canción del momento es la que es. No hay duda, ni discusión alguna (aunque lo mismo lees esto dentro de unos meses y ya está desfasada…🤪)
Bueno, a lo que vamos.
Esa canción…
La conoce el fontanero y la arquitecta.
La ha escuchado el cirujano y la conserje de instituto.
La canta en la ducha el arbitro de baloncesto y la niña que aún no sabe ni hablar.
Se ha convertido en la nueva pandemia tras la que ya sabemos.
Aunque te alejes y no quieras ni oír hablar de ella, es imparable. Se expande como la gripe en invierno. Y en solo 13 días llegó a más de 198 millones de personas con peligro de contagio.

¡Qué miedito!
¿Qué tiene todo esto que ver con la enfermedad mental?
Nada.
Todo.
Ni lo uno, ni lo otro…
Tú eliges.
Ahora lee y después me dices (ya sabes, abajo en comentarios 😜)
1. El morbo y su amiga la venganza.
El morbazo mueve masas.
Creo que esto es tan poco cuestionable como que la canción es… ¿como se diría de forma clara y sin rodeos?
Una venganza como la copa de un pino.
Este morbazo también salpica a la salud mental.
Cuando un famoso declara padecer una enfermedad mental, no se sabe por qué, solo se habla de eso y de lo fuerte que es.
Le pasó a Dani Martín del Canto del loco. Y no del canto del cuerdo (muy malo, lo sé. Perdón 🙈)
Le pasó a Nena Daconte.
Un montón de gente se enteró de que le daba al alcohol hasta desmayarse.

Pero pocos se enteraron de que escribió su libro “Tenía tanto que darte” en solo un mes.
Sí, ha escrito un libro sobre su bipolaridad. Yo tampoco lo sabía hasta que me puse a escribir esto.
Será que también me pegó fuerte el efecto Shakira.
También le pasó a René Pérez de Residente. Ya sabes, Calle 13 antes.
Hablan las cifras:
Desde hace 13 años, su tema de Atrevete-te-te aún se sigue escuchando.

377 millones de visualizaciones desde hace más de una década.
Mira qué rapidito llegó a los 280 millones de visualizaciones la canción donde habla de su depresión.

Ya paro, que la lista puede ser infinita.
2. El boom del hit y el olvido de después.
Ya sabes cómo va esto.
Primero la canción se escucha por doquier.
La escuchas en los coches que pasan.
No hay un bar, pub o discoteca que no la pongan.
El estribillo se te mete en la cabeza como si fuera el mejor tema que has escuchado en tu vida (aunque ni siquiera te guste).
Y lo reproducen en todas partes del mundo durante todo el verano (casi) en bucle.

Ya le coges hasta cariño. Si denunciaran al artista por plagio (como es el caso), te podría hasta a molestar.
Aunque también le puedes coger un poco de manía.
Entre tú y yo, ese también es mi caso 🤫 (y mira que no tiene ni 2 semanas de vida en la red).
Bueno, a lo que vamos.
Queda claro que todo lo que pega fuerte, después no se acuerda ni su prima.
Estos alarmantes resultados tuvieron un impacto brutal en todas las televisiones, periódicos, y cualquier otro tipo de medio de comunicación que te imagines.
Se habló del tema (y mucho).
Ya veremos cuánto tiempo deja pasar el Gobierno hasta que se nos olvide.
Aunque si te digo la verdad, parece que hay que tener un diagnóstico para necesitar/querer o tener intención de ir al psicólogo…
Juicios a parte.
En unos años ya veremos si es verdad eso que comentan desde la presidencia.
¡Ah! Por cierto.
Otra cosa que también se olvida es algo bastante curioso.
Te pongo un ejemplo.
¿Has ido alguna vez al psicólogo?
Sí. No. ¿No lo necesitas?
Si no has hecho lo que te voy a contar ahora, seguro, pero seguro, que conoces a alguien que sí.
Te deja tu novio. O novia. Y lo pasas tan mal que vas al psicólogo.
Fallece un familiar al que adoras y no consigues superar el duelo. Y vas al psicólogo.
Te detectan una enfermedad complicada y no te ves capaz de afrontarla. Y sí. Vas al psicólogo.
Estás de baja en el curro porque estás hasta los cojo… o los ova… (¿se puede decir cojones? 😂) de tu jefe, tus compañeros o el trabajo en sí. Y vas al psicólogo.
Pero, ¿qué pasa cuando esa situación tan complicada se soluciona o simplemente mejora?
¡BYE, BYE psicólogo!
Ya ha pasado lo peor. Ya no hace falta seguir yendo ¿no? No hay motivo ni sentido para hacerlo.
“Es que el psicólogo cuesta una pasta”.
Claro. Al igual que las cervecitas eternas de las terracitas en verano.
Al igual que las comilonas navideñas con la familia que siempre acaban en borrachera.
O al igual que el montón de ropa que te compras teniendo el armario hasta los topes simplemente porque ya no se lleva tanto el verde pistacho.
A ver, no te lo tomes a mal. No te hablo a ti. Se lo digo al que dice y hace lo que acabas de leer. 😜
Aunque si dices y haces lo que acabas de leer. Sí, te lo digo a ti.
Ahora tienes 2 opciones:
☝️: Tomártelo como una crítica y pensar «¡¿esta tía de qué va?!» .
✌️: Dejar de autoengañarte y ser consciente de que no vas al psicólogo porque no quieres. No porque no puedes.
Ir al psicólogo no debería utilizarse como vía de escape cuando no puedes más. Y solo cuando no puedes más.
Tu salud mental es algo tan preciado y necesario para asegurar tu felicidad, que fliparías de lo lindo con el impacto tan sanador y reconfortante que puede tener la psicoterapia en tu día a día (problemas graves aparte)
¡Eso sí! Lo asumo.
Un título no convierte al psicólogo en buen psicólogo.
Como tener rastas y tocar la trompeta, no convierte a un chaval en un perroflauta.
Y sino, mira y dímelo tú mismo. Tú misma.
Volviendo al tema (que te quema).
¿por dónde íbamos?…
¡Ah sí! Por la puta costumbre de ir al psicólogo cuando ya no puedes más y olvidarte de él (o de ti, mejor dicho) cuando ya ha pasado lo peor.
¿Y qué pasa con todos los problemas que suceden casi a diario y que te crean estrés, agobio, ganas de pirarte sin mirar atrás, y tooodo ese malestar?
Esos problemillas hay que gestionarlos ¿no?
Y a menos que te hagas monje tibetano y aprendas a manejar perfectamente tu mente y cuerpo en contraposición a todo lo que te pasa. O pasa a tu alrededor.
La llevas clara si crees que el psicólogo es solo para situaciones de desesperación y caos o para locos.
Y si no dime.
¿Llevarías tu coche a cambiarle el aceite cuando se ha gripado el motor? (griparse es igual a morirse, vaya)
No. Ahí ya sería tarde ¿verdad? La reparación te va a costar más que un coche nuevo.
Esto es igual.
No dejes que tu mente pete para llevársela a alguien que haga milagros para arreglarla.
Mejor dale cariñito. Llévatela de paseo para airearla en un espacio y tiempo que necesite para hacerlo.
Y cuídala como si fuera la única cosa que te acompañará toda la vida junto con tu cuerpo.
A mí me va de lujo con mi psicóloga.
Por cierto, tengo que coger cita. Me siento bien y quiero que dure.
La pena. La compasión. Pero mejor…la ponemos a parir.
[AYER]
- “Pobre Shakira. Le han puesto los cuernos. Vaya tela…si tienen dos hijos juntos.”
- “Que hijo de… su madre. En su propia casa…”
[HOY]
- “¡Qué lista! Pone a parir a Piqué y se lleva una pasta por la cancioncita. Está claro que “las mujeres no lloran, las mujeres facturan””.
- “Vaya, parece que no le importan nada sus hijos haciendo una canción así sobre su padre”.
(como ves me he informado un poquito del morbillo del momento para escribir esto) 🧐 😅
Ahora hablemos de este efecto en salud mental.
Aunque mejor me callo por hoy.
Sí, es un corto. En 10 minutillos lo tienes visto.
Por desgracia, no hay otra forma de ver este cortometraje nominado a los Goya, que entrando en una cuenta de Facebook… ¡qué raro! 🤷♀️
Como ves. El “¿votamos?” del vecino al final lo dice todo.
Impacto social por un rato.
¿Después? Se olvida y a seguir criticando sin saber.
¡Anda mira! Si incluso la misma Shakira hace alusión en su letra a la importancia de la salud mental.
“Clara-mente”, tal y como suena 🤣
Lo sé…más malo aún que el chiste de antes. 🙈
Gracias por aguantar mi humor por un rato 😜
Por María Tovar

En lugar de seguir absorbida por la enfermedad mental de mi madre y seguir frustrándome por no saber cómo ayudarla ni cómo evitar sus episodios de manía y depresión.
En 2016 decidí pararle los pies al trastorno bipolar.
Aprendí a disfrutar de mi tiempo, mis sueños y mis viajes sin descuidar la estabilidad de mi madre ni por un segundo.
Gracias a años de lectura sobre el funcionamiento del cerebro, inteligencia emocional y mentalidad, conseguí encontrar el equilibrio perfecto para no amargarme la vida por culpa de la bipolaridad.
Hasta hoy hemos evitado a tiempo 3 crisis maníacas y 2 depresivas. Y espero que sigan aumentando porque cada posible recaída me enseña cómo evitarlas con más calma y sin miedo paralizante.
Ahora todos estos aprendizajes los comparto en el proyecto Bailando con Polos.
En él ayudo a otros familiares, de cualquier parte del mundo, a convivir con el trastorno bipolar sin que este controle su tiempo, destruya su salud y acabe con su paciencia y ganas de hacer planes.
¿Quieres ser libre frente al trastorno bipolar y asegurarte de que no controlará más tu vida?
Y despídete de una vez del agobio y la impotencia de luchar contra una enfermedad mental que no te deja ser feliz.
O si lo prefieres hablamos cara a cara (incluso con pantalla de por medio) y te cuento cómo conseguirlo.
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